EL SALVADOR ES DE TODOS

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29/2/08

NO PARECER DE NOSTALGIA- Articulo de Manlio Argueta

NO PERECER DE NOSTALGIA.- Respecto a la diáspora, que tanto bien le hace al país por su contribución en la economía con soluciones y propuestas ya planteados con propiedad por expertos que se relacionan con esta área, no se debe dejar a un lado el contenido que se concrete en actividades de intercambio cultural y artístico.
Algunas de estas iniciativas ya comenzaron a desplegarse, por lo menos en Los Ángeles. Pero no se debe olvidar que en esta ciudad solo hay un tercio de todos los salvadoreños en el exterior. Si se atiende sólo a esa ciudad, se estaría dejando de lado a los otros dos tercios de los salvadoreños fuera de nuestros escasos kilómetros cuadrados. Si calculamos esa cifra, indescifrable de la diáspora, en aproximadamente 2 millones y medio y en movimiento perpetuo, indetenible, pese a los grades obstáculos y muros (para el fin de semana de los últimos días de septiembre del 2007, se anuncia la terminación de 113 kilómetros de muro, en Mesa, Arizona, de los casi 1,400 km. que están en proyecto y aprobados por el Senado de los EE. UU.)
No solamente en L. A., también se hace aporte económico desde Houston, Nueva York, Washington, principalmente, donde hay grandes concentraciones de nacionales. ¿Qué más se puede pensar sobre iniciativas culturales?
¿Iniciativas culturales para qué? Se preguntarán más de muchos que solo creen en lo que se toca y se echa a la bolsa. Paciencia. Con paciencia y salivita es más fácil, decía mi abuela. Ya trataré de plantear en otros escritos, y más adelante, la importancia de estas iniciativas.
Lo que sé por experiencia propia es que desde ciudades y países lejanos, el salvadoreño se esmera por manifestarse artísticamente: en Estocolmo, en Gotemburgo, Suecia; en Holanda, en Vancouver, en Quito, en Buenos Aires, en Sidney, en Melbourne. Ahí andan con sus vestiditos “típicos”, bailando en los actos cívicos, trajes hechos de seda y muy bellos, por cierto, aunque no sean tan típicos. Como dice el libro sagrado, no solo de pan vive el ser humano, también de oxígeno y de nostalgias por su cultura.
Manifestarse en estas direcciones abstractas o espirituales, desde lugares lejanos, es proponerse a no dejar morir las raíces del salvadoreño y del centroamericano. No perecer de nostalgias y menos de olvidos.
No dejar morir estas raíces, significa no permitir que caiga nuestra economía, tal como lo tenemos planeado por lo menos en dos décadas más con el papel de las remesas. La expresión cultural permite neutralizar el pesimismo respecto a nuestro país. Hace dos décadas todo salvadoreño soñaba con el retorno, ahora se habla de quedarse definitivamente afuera.
NO SOLO EL POETA Y ARTISTA DEBE SOÑAR. No estoy lucubrando, tengo más de veinticinco sobrinos y sobrinos nietos y ahijados en aquel país. Los más pequeñitos, nacidos allá, me llaman por teléfono en inglés. Medio los entiendo y lo único que puedo decirles a sus padres es que les hablen en español. Los adolescentes que visitan El Salvador, apenas pueden leer y expresarse en español.
Me consuelo con ofrecerles libros de autores nacionales. Y como algunos los ha escrito el tío, los acogen con agrado. Y por supuesto que la educación gringa les promueve a leer, pero no necesariamente libros salvadoreños. Sin embargo, cuando llevé a mis familiares al estante de la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) de CONCULTURA, en la reciente III Feria del Libro, septiembre/07, me sentí muy bien que llevaran varias bolsas de libros salvadoreños. Compraron todos los combos a bajo precio para esa ocasión.
¿Es este pensamiento romanticismo de escritor o de poeta?
No. Es algo muy serio. Creo que estos chiquitines y jóvenes, al igual que miles de salvadoreñitos, ya serán más estadounidenses, con sus propios intereses y marcos de cultura donde viven y se mueven. No olvido a Salarrué en su bella “Carta a los Patriotas”. La patria “es el suelo del pueblito donde naces, el río o el cerro que miras desde niño, el árbol que ves crecer en el patio de tu casa”. Y mis sobrinos y sobrinos e hijos de cientos de miles de salvadoreños, están viendo los barrio erigidos en el desierto de Los Ángeles, las autopistas de doce carriles, el acceso tecnológico en las habitaciones de su casa.
En mi último viaje este año a los Estados Unidos visité una familia cuyos tres hijos menores, el mayor no llega a los diez años, tenían una computadora portátil en cada dormitorio, además de las computadoras de los padres en la sala principal. Hay que sumar el TV de plasma gigante y los juegos electrónicos.
Trayendo esta problemática generacional a nuestro país, a esto me refería en mi artículo anterior (el Reto de la Educación Superior) afirmaba que los docentes universitarios podrían no están preparados para recibir a las nuevas generaciones que llegan de educación media: sus intereses de aprendizaje, sus proyecciones a corto y mediano plazo, sus problemas familiares, sus lesiones anímicas. Sobre esto hay mucho qué decir. Por ejemplo: siempre me sorprendió que en nuestra Universidad Nacional, el libro “Monografía de El Salvador”, de Roque Dalton fuese una obra de texto. Cuando dirigí la Librería, decía a los estudiantes, por favor díganles a sus profesores que este libro lo hizo Dalton en calidad de emergencia, para que fuera texto en segundo y tercer grado de las escuelas cubanas. Claro, yo feliz de vender el libro a montones, pero a veces el interés particular no debe restar visión al interés de todos.
Cierta cantidad de niños y jóvenes, los de Los Ángeles o San Francisco, pueden tener alguna oportunidad de escuchar y leer en español, pero van a escuelas donde, si acaso, los libros de texto son mexicanos: saben de la bandera mexicana, del himno mexicano, de próceres mexicanos y costumbres mexicanas. No está mal si pensamos en la universalización de la nueva ciudadanía de nuestro pequeño país. Pero nos interesa con urgencia que lea lo salvadoreño, lo centroamericano, para reforzar su identidad.
NO SOLO DE BOCADILLOS VIVE EL SALVADOREÑO. Me parece bien el interés en El Salvador de ligar a nuestra diáspora con lo nuestro, el queso, el loroco, los jocotes y la horchata, los churritos, etc.; por la famosa nostalgia, pero no basta. No debemos dejarnos confundir por los espejismos. Este tipo de consumidor se va agotando, rechiflado en su tristeza como dice el tango de Gardel. Porque ni siquiera los jóvenes salvadoreños que han vivido en Costa Rica y que regresan a El Salvador les agrada ya acompañar las comidas con tortillas, lo cual para un salvadoreño del interior, sin tortilla no hay comida (en cualquier comedor de Costa Rica sólo dan tortilla si uno la pide, no es obligatorio servirla, pero tienen su reserva en los refrigeradores para algún cliente con esos deseos).
Como se ve, el problema cultural es un “problemón”. O dicho en otras palabras: es un tema de fondo, esencial atenderlo.
Para nosotros comer tortilla es comer “vacío”, como dice nuestro pueblo. Esas nostalgias se terminan por lo predominante de la cultura donde uno se mueve. La nostalgia tiene un límite fatal que va en contra de la visión a largo plazo con que veamos el desarrollo del país.
PREPARÉMOSNOS PARA NUEVO SALVADOREÑO. Este hecho nos enseña que debemos estar listos para aceptar a un nuevo tipo de salvadoreño, y aceptar que pueden ser como somos nosotros, los de acá de este lado, pero también asumir que esos salvadoreños del exterior están adquiriendo día a día una identidad muy distinta; sin embargo, muchos no lo reparan. No por mala voluntad, sino por carencia de visión. Cuando hablo de visiones me refiero a trabajar para diez, quince años plazo. Con ideología de Nación. Partiendo que El Salvador es de todos. Se han dado los primeros pasos pero no lo necesario como lo requiere una emergencia de Nación.
Por eso proponía en anteriores escritos que eso de pedir el voto al exterior, solo puede ser una idea de coyuntura política, pero no aborda ni observa el problema de fondo. Proponía que el salvadoreño debe votar en los Estados Unidos, no acá. ¿Para qué si muy poco le incidirá tal o cual cambio de personas o programas? A no ser que… de pronto ocurra un milagro de contar con una sabiduría de estadista, con una perspectiva sabia, a mediano o largo plazo. Bien, lo fundamental sería asumir el tema desde ya. El tiempo nos come.
Los cambios en el exterior nos indican que hay una nueva identidad y que el salvadoreño que se fue no necesariamente sigue siendo el salvadoreño que está adentro. Y si a ello agregamos que poco a poco habrá menos salvadoreños que se fueron y cada vez habrá más salvadoreños que nacieron afuera, entonces debemos poner los bigotes en remojo.
Los poetas, que por lo general somos soñadores, es cierto, y todo esto parecería un planteamiento romántico; pero también el político y el economista, por lo general pragmáticos, deben también contar con una dosis de soñador y de “romanticismo”. La patria extensa, también se construye a partir de sueños, de buenos sentimientos y de valores abstractos (cultura, arte).
Lo esencial es no dormirse sobre los laureles y llenarnos de entusiasmo por la remesas, eso puede ser el espejismo que parece real pero no lo es. Si lo vemos con visión de ciudadanos progresistas o de estadistas de altura, debemos vislumbrarlo a corto o mediano plazo y en esto no importan de que color sea el gato, lo “importante es que cace ratones”, una de las premisas fundamentales que inició el gran salto económico de China Continental que asusta y sorprende por lo que tiene de continuidad y avance y que según CNN en español tiene universidades de calidad al igual que las mejores universidades de los Estados Unidos. Es que la riqueza no sólo es el petróleo ni cae como maná del cielo.
La educación juega un papel sine qua non. Desde la parvularia, la básica, la media, y en especial la superior. No nos quedemos atrás. Algunos países de África y Asia, nos están dando el ejemplo.
Por eso me parece excelente idea la anunciada Feria del Libro Salvadoreño que se celebrará en Los Ángeles (1, 2 y 3 de noviembre/07). Llevemos nuestros libros, comercialicémoslos, dejémoslos en consignación a las librerías como hace toda editorial moderna. Hagámosle competencia sana al loroco y a las pupusas y al queso salado.
Si el mango verde y los jocotes se venden en los mercados de Estados Unidos ¿por qué no los libros? Hay que pensarlo mejor. Y adelante con esta sabia iniciativa.
Continuaré más adelante con este tipo de ideas sobre la diáspora. Aun hay mucho pensamiento al respecto. El tema es inagotable.

*El autor es poeta y novelista. Presidente de la Fundación Innovaciones Educativas Centroamericanas (FIECA), y Director de la Biblioteca Nacional de El Salvador

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