Pierre-Auguste Renoir ha tenido, durante mucho tiempo, una posición ambigua en la historia del arte. Aunque es conocido como principal exponente del Impresionismo, el cabecilla de aquel grupo de artistas rebeldes e independientes que revolucionaron la pintura en 1870 y 1880, su práctica artística evolucionó radicalmente a lo largo de su larga carrera.
Su distanciamiento del movimiento fue gradual pero decisivo. Sólo participó en cuatro de las ocho muestras que el grupo de pintores organizó entre 1874 y 1886, y sus pinturas pronto empezaron a estar presentes en las exposiciones del Salón oficial parisino. A diferencia de la mayoría de sus compañeros, como Monet, Pissarro y Sisley (todos ellos, además, grandes amigos), Renoir se concentró en la figura humana. Mientras el resto de impresionistas pintaban paisajes al aire libre (la quintaesencia de este movimiento) él centró su mirada en los retratos, en las escenas de género y, sobre todo, en los desnudos femeninos. Las bañistas fueron su sello distintivo, especialmente en las últimas décadas, cuando tenía fijación por las mujeres carnosas, pintadas en colores vivos y pinceladas amplias, colocadas sobre lujosos paisajes imaginarios.
VER NOTA EN: http://lialdia.com/2010/10/en-privado-con-renoir/
No hay comentarios:
Publicar un comentario